En nuestros días, rara es la persona que no tiene un smartphone y dentro de este grupo de ciudadanos conectados, pocos hay que no utilicen a diario una app de mensajería instantánea. Tanto para uso personal como laboral, las hay para todos los gustos, pero debemos ser conscientes de qué información recopilan estas sobre nosotros y nuestros dispositivos, para poder elegir el grado de privacidad que queremos mantener.
¿Qué hay detrás de la recopilación de datos?
De todos los metadatos que recopilan las plataformas de mensajería, la mayor parte se recopilan de forma anónima y con el objetivo de conocer los patrones de uso de los usuarios.
Por ejemplo, WhatsApp explica en sus condiciones de uso que los datos que recopilan de los usuarios son utilizados para «proporcionar, mejorar, entender, personalizar, apoyar y comercializar sus servicios». El problema es que «como parte de la familia de empresas de Facebook», estos datos también pueden ser empleados para beneficio del resto de aplicaciones del grupo empresarial META.
Cuando Mark Zuckerberg compró WhatsApp, prometió que jamás compartiría sus datos con Facebook, pero la necesidad de «recuperar la inversión» les ha obligado a incumplir su palabra, perdiendo la confianza de muchos de sus usuarios, como así ha podido constatar reiteradamente la comisión de protección de la privacidad en las comunicaciones de la Unión Europea.
¿Por qué no todas las empresas comercializaN los datos?
En el caso de iMessage, el servicio de mensajería exclusivo de Apple, sólo se puede emplear entre usuarios con dichos dispositivos. El modelo de negocio de la empresa se basa en vender terminales móviles y no necesitan vender los datos de sus usuarios, pudiendo hacer énfasis en asegurar la privacidad de sus clientes como un valor de mercado.
En cuanto a Telegram, hay que saber que está financiado y administrado por el multimillonario ruso de las redes sociales Pavel Durov (autoexiliado de Rusia por la persecución sufrida por Putin) y que opera desde lugares no revelados. En su momento, esta plataforma se hizo popular entre organizaciones extremistas y criminales por no permitir acceder al contenido a las fuerzas de seguridad. En sí, Durov lo que pretende es proporcionar una vía de comunicación libre para sus usuarios, para aquellos que no confían en los sistemas que no respetan su privacidad.
El caso más riguroso en cuanto a protección de la privacidad, es el de Signal. Fue fundada por un investigador de seguridad que utiliza el nombre Moxie Marlinspike en su perfil público. Uno de los fundadores de WhatsApp que dejó Facebook, Brian Acton, gastó 50 millones de dólares en Signal para mejorar su interfaz. Antes de la participación de Acton, Signal era bastante torpe de usar, pero ahora es lo más cercano al espíritu original de WhatsApp, eso sí, dicha aplicación no descarga los contenidos recibidos en el dispositivo, salvo que el propietario lo decida.
Estas empresas pueden seguir evolucionando sin un modelo de negocio establecido «gracias a sus inversores», hasta que poco a poco consigan «desbancar a WhatsApp y quitarle mercado a Facebook«, que actualmente abusa de su posición dominante en el sector. El tiempo lo dirá.
Pero algo está cambiando, debido a que «los usuarios llevan tiempo quejándose en WhatsApp» y la fuga de clientes hacia Telegram y Signal ha sido evidente. En sólo 72 horas (tras su última caída del servicio), Telegram registró 25 millones de usuarios nuevos y Signal registra ya más de 50 millones cuando hasta hace meses, apenas alcanzaba los 10 millones de usuarios.
¿Pueden ver mi contenido?
Más allá de los metadatos que las aplicaciones recogen sobre sus usuarios, la verdadera preocupación de la gente reside en si pueden acceder al contenido de sus conversaciones privadas. Para que esto no sea posible, las plataformas de mensajería deben disponer del sistema de seguridad de código cifrado de extremo a extremo.
Mediante este sistema, los datos son cifrados antes de salir del teléfono o PC del remitente, y no son descifrados hasta llegar al dispositivo de su destinatario. Lo comenzó a emplear Signal y más adelante WhatsApp lo comenzó a promocionar, aunque a día de hoy, aún existan evidencias de que el cifrado de WhatsApp, no es tal. Luego veremos a qué se debe esto.
También lo utiliza iMessage y Telegram en las conversaciones individuales (no en los grupos). El resto de plataformas de comunicación aún no encripta los mensajes. Como es el caso de los mensajes directos de Instagram y Facebook u otras plataformas de moda, como Tik Tok.
¿En qué nos basamos para afirmar que no se está encriptando la información? Pues es muy evidente. Si dicha infromación puede ser censurada o recopilada para ser utilizada en beneficio de otras plataformas, gobiernos u otros interesados, es porque no está siendo cifrada, al menos como prometen. El ejemplo más claro salió a la luz hace pocos días, cuando Australia se sumaba a los países que prohiben el uso de Tik Tok en dispositivos de uso oficial por razones de ciebrseguridad.
El último elemento que determina la seguridad que ofrecen las aplicaciones de mensajería instantánea es si el desarrollo de su software es de código abierto o cerrado.
Siendo de código abierto, cualquier persona experta podrá comprobar qué se esconde entre su código, lo cual no es tan fácil de comprobar si es de código cerrado.
Signal es una aplicación de código abierto, lo que significa que cualquier usuario con conocimientos de ingeniería de software puede comprobar si esta presenta vulnerabilidades de privacidad. En cambio, el código de WhatsApp, al ser privativo, es más opaco para cualquier usuario medio, por lo que su cumplimiento de las condiciones de uso no puede ser verificado por nadie ajeno a la compañía. En el caso de Telegram, disponen de un código parcialmente abierto.
Reuniendo todos los elementos analizados, Signal se postula actualmente como la aplicación de mensajería que más respeta la privacidad de sus usuarios, aunque este no tiene por qué ser el factor determinante a la hora de decantarse por utilizar una u otra plataforma.
La alternativa de futuro es el establecimiento de un estándar para comunicarse entre distintas apps de mensajería, como ya planteó y aprobó la UE, pese a que concediesen un tiempo de gracia para que los desarrolladores lo asumieran. Es decir, que un usuario pueda comunicarse a través de Signal con alguien que utiliza Telegram, por ejemplo.
Por lo tanto, a continuación podéis consultar en una infografía, la comparativa que indica cuales son los datos que las aplicaciones de mensajería más utilizadas en el planeta a día de hoy, recopilan sobre los usuarios y dispositivos en los que se usan. Eso sí, lógicamente cada cual es libre de utilizar la que más le convenga o apetezca, según su criterio.
