Las unidades de almacenamiento SSD han experimentado una importante evolución durante la última década. En sus orígenes se consideraron como una solución de almacenamiento elitista por su alto rendimiento y elevado precio, pero pese a que su coste por gigabyte sigue siendo elevado, a día de hoy podemos decir que se han democratizado.
En sus comienzos, este tipo de unidades de almacenamiento también pecaban de problemas importantes en cuanto a fiabilidad que hacían que, al final, los HDD se mantuvieran como la solución más recomendable para los usuarios de a pie. Algo totalmente normal, puesto que no tenía sentido hacer una inversión tan importante para acabar viviendo en la incertidumbre de si la vida útil de nuestro nuevo SSD será lo suficientemente larga como para amortizarlo.
Por suerte, los problemas graves que presentaban los SSDs en sus primeras etapas han quedado totalmente superados. Es cierto que, siguen sin ser perfectos y que su vida útil no es ilimitada, pero siendo realistas no hay ningún componente informático que tenga una vida eterna y al final debemos ser conscientes de que lo que compramos en este sector tendrá una duración limitada y que la amortización de la compra que hemos hecho dependerá del tiempo que hayamos podido disfrutarla.
Lo cierto es, que a pesar del tiempo que ha pasado, todavía existen una serie de mitos que giran alrededor de las unidades SSD y que muchos usuarios siguen considerando ciertos. Esto no es bueno, ya que no hace más que alimentar bulos basados en cosas que ya llevan años superadas. Por ello, he decidido escribir este artículo, donde compartiremos los cinco mitos más importantes relacionados con las unidades SSD y os explicaré cuál es la realidad actual en cada uno de ellos.

1. Las unidades SSD tienen una baja vida útil
Este es uno de los mitos que todavía se mantiene alrededor de las unidades SSD, la falsa creencia de que su vida útil es inferior a la de los HDD y llega a tal extremo que algunos todavía piensan que no duran ni siquiera un año. Esto es totalmente falso, tanto que, de hecho las unidades SSD presentan una tasa de fallo más bajada que las unidades HDD, según los datos obtenidos de un reciente informe de Backblaze, cuyos resultados podéis consultar.
La tasa de fallo de las unidades SSD fue menor que la de los HDD, a pesar de que se incluyeron una mayor cantidad de muestras en la primera. Esto es importante, porque al introducir más muestras en una prueba hay más posibilidades de que se incremente la tasa de fallo. No es una relación complicada de entender, si pruebas 10 cosas habrá menos posibilidades de que una falle que si repites esa prueba con 100 .
En nuestros días, las unidades SSD utilizan tecnologías completamente maduras y fiables, que tienen varios años de garantía y están preparadas para soportar sin problemas cientos de TB (terabytes) de ciclos de escritura antes de que se produzca un fallo. Si hablamos de horas de vida útil, es fácil encontrar modelos que rondan entre los 2 y los 5 millones de horas. Para que lo entendamos, esas cifras equivalen a 228 años y 570 años, respectivamente. Un SSD puede dar fallos antes de lo esperado, pero este es un mal que afecta a cualquier unidad de almacenamiento y se trata de casos aislados que no deben ser considerados como regla general.

2. Sólo las unidades SLC o MLC valen realmente la pena
Un tema que también ha tenido momentos de actualidad, especialmente cuando se han producido transiciones a diferentes tecnologías de memoria NAND Flash. Esas transiciones fueron muy importantes para que se produjera la esperada democratización de las unidades SSD. Lamentablemente, no faltan quienes todavía se empeñan en decir que sólo las unidades con memoria SLC o MLC valen la pena, algo que es completamente falso.
Es cierto que, el tipo de memoria utilizada en un SSD afecta a su vida útil y su rendimiento, pero esto no quiere decir que un SSD con memoria TLC no pueda ser una buena opción o que no sea fiable. La memoria SLC almacena solo un bit por celda, así que es la más resistente y más rápida, pero al mismo tiempo es tan cara que su uso no tiene sentido en el mercado de consumo general.
La memoria MLC almacena dos bits por celda, lo cual significa que tiene una menor resistencia que la anterior y un rendimiento inferior, pero es más económica y por ello se ha venido utilizando en numerosas unidades de almacenamiento de consumo general, especialmente dentro de la gama alta. Respecto a la memoria TLC, que almacena tres bits por celda y reduce considerablemente la vida útil y el rendimiento, lo compensa con un coste mucho más bajo. Gracias a este tipo de memoria podemos encontrar unidades SSD de 1 TB con un buen rendimiento y precios inferiores a los 100 euros.
Un ejemplo concreto, sería un SSD tan económico como es el Kingston A400 de 240 GB, que tiene un precio de 28,99 € y utiliza memoria TLC, tiene una vida útil de 80 TB de escritura, lo que equivale a escribir por completo el disco 320 veces, y de 1.000.000 de horas de uso, lo que equivale a 114 años funcionando de forma ininterrumpida. En unidades de mayor capacidad, es fácil que esas cifras se doblen, se tripliquen o incluso se cuadrupliquen.
En cuanto a rendimiento, las unidades SSD con memoria TLC alcanzan niveles totalmente óptimos sin ningún tipo de problema, incluso en sus configuraciones más económicas. El Kingston A400 que he nombrado se mueve en los 500 MB/s en lectura secuencial y los 350 MB/s en escritura secuencial, valores muy buenos para tratarse de una unidad SATA III económica. Los modelos PCIe Gen4 se acercan sin problemas a la barrera de los 7 GB/s en lectura secuencial.
3. El precio de las unidades SSD es demasiado caro
Una de las grandes mentiras del sector, es sin duda el tema del precio. Las unidades SSD tienen un coste por gigabyte mayor que las unidades HDD, pero ese precio se ve compensado por una serie de ventajas que hacen que al final merezca mucho la pena realizar la inversión de comprar un SSD:
- Alcanzan velocidades mucho más elevadas, de manera que un SSD NVMe PCIe Gen3 económico y de gama baja puede multiplicar por diez el rendimiento de un HDD convencional.
- Presentan tiempos de acceso mucho más rápidos, con una latencia mínima, lo que hace que la reacción del sistema sea prácticamente instantánea.
- No sufren el problema de la fragmentación, lo que hace que mantengan un excelente nivel de rendimiento durante toda su vida útil, incluso tras realizar grandes ciclos de borrado y de escritura.
- Reducen enormemente los tiempos de carga en juegos, sistemas operativos y aplicaciones, en algunos casos, un juego que tarda más de un minuto en cargar con un HDD puede completar ese proceso en menos de diez segundos con un SSD.
- Pueden mejorar el rendimiento, especialmente en juegos y en aplicaciones que requieren de un flujo constante de datos y de archivos.

¿Vale la pena renunciar a todas estas ventajas que ofrecen? Para la mayoría de usuarios la respuesta es un no bastante claro, aunque entiendo que todavía haya casos de usuarios en un nivel muy básico que realmente no aprovecharán el valor de un SSD. No obstante, no podemos decir que el precio de las unidades SSD no compensa y que son demasiado caras. Todo lo contrario, ofrecen un valor excelente para lo que cuestan, sobre todo si las comparamos de forma directa con las unidades HDD.
4. La velocidad de los SSD no se aprovecha realmente
Este mito tiene su parte de verdad, pero debemos interpretarlo de manera correcta. Es cierto que hay unidades SSD de muy alto rendimiento, como por ejemplo los modelos que alcanzan velocidades de lectura y escritura secuencial cercanas a los 7 GB/s, que no se aprovechan del todo en el mercado de consumo general, pero ello no quiere decir que la velocidad de los SSD sea innecesaria o que no tenga sentido.
Contar con una velocidad de transferencia tan elevada nos permite mover grandes cantidades de datos y de archivos en segundos, mientras que con un HDD podríamos tardar horas. También, hay que tener presente que nos encontramos en una etapa de transición y que es sólo es cuestión de tiempo hasta que los SSD de alto rendimiento, reciban el cariño que necesitan para marcar una diferencia todavía mayor.
Hay que recordar lo que supondrá DirectStorage de Microsoft, una tecnología que marcará un antes y un después en el sector y que permitirá que los videojuegos aprovechen de una manera más profunda las unidades SSD PCIe NVMe. También reducirá el impacto que tiene la descompresión de datos realizada sobre la CPU trasladando dicha tarea a la GPU.
5. Un SSD requiere cuidados especiales y un uso muy limitado

Esta falsa creencia se sustenta en parte con los mitos que ya he desmentido y hace creer a la gente que tiene que cuidar su SSD como si fuese un cristal de Murano. Nada más lejos de la realidad, ya que una unidad SSD tiene una alta resistencia a golpes y sacudidas y al carecer de piezas mecánicas es bastante más resistente que un HDD.
Utilizar un SSD es tan simple como usar un HDD, no hay nada especial que tengamos que hacer o que tener en cuenta. No pasa nada por eliminar un juego y reinstalar otro y tampoco tendremos que molestarnos en realizar los procesos de desfragmentación a los que tendríamos que someter normalmente un HDD tras realizar grandes ciclos de borrado y de escritura.
Es cierto, que los ciclos de escritura se van acumulando y al final un SSD tiene una vida finita, pero para que ésta se agote de forma prematura tendríamos que hacer un uso anormal del mismo. Vamos a verlo con un ejemplo y volvemos al Kingston A400 que he nombrado anteriormente. Su vida útil expresada en terabytes es de 80, lo que significa que tendríamos que llenarlo por completo 320 veces.
Si escribieras 240 GB al día tardarías casi un año en agotar su ciclo de vida y obviamente esa tasa de escritura es totalmente anormal para un usuario común. Lo más normal, es que un usuario medio pase varios días o incluso semanas, sin hacer una operación de escritura de gran tamaño y muchos no lo hacen ni en meses, así que la vida útil real de ese Kingston A400 bajo un uso medio normal sería de varios años. Las unidades de mayor capacidad tienen ciclos de escritura más elevados para compensar esa mayor capacidad de almacenamiento.
Por lo tanto, teniendo en cuenta la cada vez menor diferencia de precios existente entre las unidades HDD y las nuevas SSD, así como la agilidad que las SSD aportan al funcionamiento de nuestro equipo, recomiendo a quienes puedan leer este artículo, cambiar en su equipo el antiguo HDD por uno SSD, pudiendo comprobar la fluidez con la que va a contar el equipo a partir de ese momento.