Siempre procuro hacer hincapié en la importancia de proteger nuestra privacidad y utilizar aplicaciones que sean respetuosas con ella. Es recomendable usar herramientas y programas de software libre y código abierto como alternativa a los gratuitos de las grandes empresas, ya que normalmente obtienen el beneficio gracias a recopilar nuestros datos.
Un aspecto muy importante a la hora de cuidar nuestros datos personales en nuestra vida digital es configurar con tacto el sistema operativo que usamos. Ya se trate de Windows, macOS o GNU/Linux, sistemas operativos que son el motor de nuestros ordenadores. ¿Qué medidas podemos tomar para mejorar nuestra privacidad al usarlos?
Esta pregunta nos llega a raíz de la noticia de que Microsoft ya no permite usar Windows 11 sin vincular una cuenta personal, es decir, sin crearnos una cuenta específica en Microsoft. Lo que implica que ya no hay posibilidad de usar este sistema operativo sin tener que crear un perfil que nos vincule a ella y nos identifique ante dicha empresa, a diferencia de cómo funcionaba antes. Si quieres utilizar Windows 11, sí o sí tendrás que crear una cuenta con ellos.
Desde luego, este problema no nos lo vamos a encontrar en Linux, ya que con cualquiera de las distros que hay en el mercado, no tenemos más que instalar el sistema operativo en nuestro ordenador y ya está listo para su uso. No nos va a pedir más información que el idioma que deseamos utilizar y nuestra zona horaria.
Es muy importante poder usar cuentas que no nos vinculen a la empresa
Algo que hace Apple: para usar macOS (su sistema operativo), no nos obliga a asociar una cuenta que nos identifica (llamada ID) como el usuario del ordenador, pero sí que lo hace si queremos instalar aplicaciones desde la App Store.
Microsoft, ofrece opciones en la configuración de privacidad o durante la instalación del sistema operativo para limitar la telemetría (conjunto de técnicas para realizar mediciones de datos) que se envía y el uso de la misma, pero todas las explicaciones que den sobre estos ajustes son ambiguas.
De igual manera, los procesos automáticos que corren en segundo plano, se comunican continuamente con los servidores de Microsoft y la información que envían sólo la conocen ellos. Se puede desactivar el que se envíe la información de diagnóstico personalizada, datos de escritura a mano y dictado por voz, servicios de ubicación o programas de mejora de experiencia del cliente, pero nunca se puede desactivar todo por completo.
Para ajustar el envío de datos, lo podemos hacer desde el menú de Configuración de Windows 10, en el apartado de Privacidad. Nos aparecerán todas las opciones que tenemos, como desactivar la personalización de anuncios, la información que recoge Windows sobre nuestro uso o la ubicación.

Existen muchos programas en el mercado que prometen eliminar ese rastreo, pero en la mayoría de casos se trata de malware más que de aplicaciones legítimas, que puede que lleven otras intenciones a las propuestas.
En el caso de macOS, el sistema operativo de Apple, los ajustes para reducir la telemetría o el rastreo son menores. La empresa deja crear usuarios sin vincularlos a cuentas de Apple.
No obstante, en las últimas versiones del sistema operativo, un investigador alemán, Jeffrey Paul, ha descubierto lo que parece ser un seguimiento exhaustivo por parte de Apple, a lo que la compañía ha explicado que se trata de «un sistema de seguridad» para evitar que se ejecute malware en el ordenador.
Para elegir qué datos queremos compartir con Apple, en el menú de Ajustes del sistema encontramos una pestaña llamada Seguridad y privacidad, y en el apartado de Privacidad podemos seleccionar si queremos enviar nuestros datos de uso a Apple, a los desarrolladores de aplicaciones, o sobre el uso que hacemos de las funciones de iCloud.

Como comentaba anteriormente, si usamos algún sistema operativo basado en GNU/Linux, como puede ser Debian, Ubuntu o Fedora, lo normal es que no contengan ningún tipo de telemetría incorporada, o si lo hacen, sea fácilmente desactivable. Por ejemplo, la distribución GNU/Linux más famosa, Ubuntu, contiene telemetría de base, aunque una fracción de lo que tiene Windows, además de ser muy explícita y puede ser eliminada por el usuario. Se activa durante la instalación y sólo almacena datos de hardware, zona horaria, etc., y ello es únicamente con la finalidad de ayudar a los desarrolladores a centrarse en las configuraciones más típicas o problemáticas.
Si queremos optar por un sistema operativo que sepamos que no nos rastrea ni abusa de nuestra privacidad, GNU/Linux es la opción más recomendable de las tres. Personalmente, utilizo Linux Mint en mi portátil y además de tener un aspecto muy elegante, es bastante fácil de configurar. La razón principal es, porque en Linux es posible ver cómo está desarrollado el código del sistema al tratarse de software libre, mientras que en macOS y Windows, tenemos que hacer ingeniería inversa para tratar de deducir en parte cómo funciona. Al ser sistemas operativos que no publican su código, tenemos que guiarnos por lo que afirman en sus documentos legales sobre la privacidad en ellos.
También tenemos que tener en cuenta las aplicaciones que instalamos en ellos
Si somos usuarios avanzados, os recomiendo usar herramientas para monitorizar nuestra red y bloquear la telemetría o los anuncios, además de configurar las opciones del servidor DNS que usa el sistema operativo (usando por ejemplo servidores DNS diferentes a los que nos conecta por defecto Windows), trabajar con un navegador confiable y que respete la privacidad de la información que intercambiamos.
Lo que está claro, es que siempre hay que procurar proteger nuestra privacidad en la red y empezando por los sistemas operativos. Pero luego, hay que prestar atención a las aplicaciones que usemos en ellos, que no pueden ser menos respetuosas con nuestra privacidad. Existen un gran número de aplicaciones Open Source (de codigo abierto), para evitar depender de las aplicaciones de las grandes empresas, que a cambio de ofrecernos software gratuito recopilan nuestros datos, para luego ponerlos en manos de no se sabe quien.